Todos somos conscientes y hemos comprobado que no son pocos los obstáculos e incomodidades que la situación sanitaria nos ha traído a todos en el día a día. El ámbito escolar y todo lo que le rodea no es diferente. Sin embargo, es sabido que toda crisis trae consigo oportunidades a los que saben aprovecharlas.
Hablemos de aprender o enseñar. En primer lugar, al haber sido privados durante algunos meses de algunas de las cosas que acostumbrábamos a disfrutar, un aprendizaje valioso que podemos extraer es el de aprender a valorar lo que quizá hemos dado por supuesto a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, ¿valorábamos antes del confinamiento el mero hecho de poder salir de casa a dar un paseo a cualquier hora? ¿Pasar tiempo con familiares? ¿Apreciábamos los servicios sanitarios que disfrutamos? Todo esto es válido para los adultos, que primero tienen que aceptarlo y asimilarlo, pero también es una lección importante que podemos transmitir a nuestros hijos.
Por otro lado, la situación actual exige de todos una capacidad de adaptación a numerosos cambios y circunstancias, limitaciones y restricciones, que desde hace meses han pasado a formar parte de nuestras vidas. Al tener que cumplirlas, ayuda recordar que debemos sacrificar algunas costumbres por un bien mayor, más importante. Estamos poniendo los medios para lograr una meta común. Haciendo un símil sencillo, para alcanzar lo que merece la pena, a menudo en nuestra vida tenemos que sacrificar tiempo, planes, etc., por ése bien que queremos alcanzar. Caer en la cuenta es otra oportunidad que nos brinda la pandemia, como la capacidad de resistir que, a base de entrenamiento, podemos llegar a adquirir para lidiar con la adversidad.
Somos concientes de que el coronavirus ha causado y está causando estragos en el tejido económico social actual. Quizá sea éste un buen momento para trabajar en familia la educación emocional y empatizar, darnos cuenta de cuánta necesidad tenemos de mejorar y preocuparnos unos de otros, de ser hoy, más que nunca, solidarios con nuestros recursos, no sólo económicos o materiales. Esta sociedad saldrá reforzada de verdad de esta crisis si somos capaces de remar juntos para superar la situación. Si crisis como éstas sirven para ser conscientes de lo mal que lo pasan tanta gente a nuestro alrededor y tratar de arrimar el hombro con nuestros medios limitados saliendo de nosotros mismos, bienvenida sea.
En la escuela
Más en concreto y refiriéndonos a lo estrictamente educativo, en la escuela, los niños tienen que adaptarse a múltiples medidas y protocolos pensados para reducir al máximo el número de contagios y poder seguir aprendiendo de manera presencial. Una de las máximas es el cuidado por mantener los grupos burbuja. Al respetar esta medida, muchos niños con amigos en otras aulas ya no pueden charlar o pasar tiempo con ellos. Siendo eso una lástima, no es menos cierto que el hecho de convivir con un mismo grupo a lo largo del día puede desembocar en el descubrimiento de nuevas amistades, nuevas relaciones que pueden terminar siendo enriquecedoras.
En el contexto actual y a pesar de haber puestos los medios para evitar los contagios, es normal el hecho de tener que pasar unos días en casa a la espera de resultados de pruebas ante posibles síntomas que puedan presentarse sin evisar. Si es posible, esos días son otra oportunidad que nos brinda la pandemia, para pasar más tiempo en familia del que habitualmente podemos, para ser creativos y fomentar en los nuestros un ocio educativo y sano, cuidando y gestionando el uso de pantallas en el hogar.
Como vemos, los ejemplos son múltiples, pero el mensaje es el mismo. En definitiva, que de lo malo siempre se pueden sacar lecciones positivas, la pandemia nos brinda oportunidades si nos damos tiempo parar y reflexioanr qué es lo importante, para vencer el cansancio y la frustración y seguir adelante. Estamos hechos para adaptarnos a las circunstancias, y lo haremos. La cuestión es si lo haremos con quejas y de mala gana, o con una sonrisa y buen ánimo. Los niños a menudo nos dan lecciones en este sentido.