Un requisito imprescindible
La atención es un requisito imprescindible para la comprensión. Hoy, ahora, vivimos en un entorno en el que abunda el ruido. Éste no cesa a nuestro alrededor. Para captar y mantener la atención, los emisores optan por anuncios cada vez más llamativos en cuanto a volumen, colores o contenido. Además, se ha reducido notablemente el tiempo de duración. Algo que se aprende rápido en publicidad es lograr transmitir lo esencial en un tiempo breve. Por ello, estamos sometidos a bombardeos informativos desde los que se busca vender a quienes desean conseguir votos, entre otros productos. A la vez, nuestros anticuerpos de la atención se fortalecen para lograr cierta inmunidad ante mensajes avasalladores que buscan ser percibidos, tanto como si queremos como si no.
Disminución de la capacidad de atender
Salvo quienes llevan tiempo navegando contracorriente, lo más frecuente es descubrir que tenemos más dificultad para centrarnos en algo concreto y único durante un periodo de tiempo largo, para leer textos extensos, para mantener la atención durante una exposición, etc. Sirva una anécdota: Hace unos años los alumnos de un instituto invitaron a uno de sus profesores a un festival que habían organizado. No recuerda el contenido del festival, pero no olvidará lo agresivos que le parecieron el volumen y las luces. Por deformación profesional pensó cuántos de esos alumnos serían capaces de mantener la atención en el aula un lunes a primera hora. Ese contraste ha crecido.
Vivimos a un ritmo acelerado para nuestra naturaleza; resulta difícil pensar, no digamos contemplar. Los videoclips se adaptan al público al que se dirigen. Han crecido las opciones en audio, no solo por falta de tiempo, sino porque son compatibles con caminar o ir en metro. Ahora todo debe ser breve y muy atractivo; de lo contrario se abandona o ni se comienza. Al recibir un videoclip de cinco minutos, uno se lo piensa antes de abrirlo y con frecuencia no lo terminamos.
Entre el exceso de información superflua y los filtros que ponemos, o sabemos qué contenido nos interesa o lo descartaremos, salvo que el emisor nos genere mucha confianza. En literatura, el ritmo narrativo es más rápido, los párrafos más cortos y la extensión más reducida, La grandes novelas del siglo XIX: Guerra y Paz, Ana Karenina, Crimen y Castigo, etc., se guardan para las vacaciones. Lo erróneo sería aplicar ese criterio a todos los temas de la vida, sin distinguir entre unas áreas u otras.
Para saber más puedes consultar el libro de Blázquez, Luis: Enfocar la atención. Ed. Teconté. 2018
José Manuel Mañú Noain