Paco Sangorrín tiene 66 años, está casado y tiene tres hijos y seis nietos. Es licenciado y doctor en Filología Hispánica y fue profesor en Gaztelueta durante 21 años.
¿A qué hora te despiertas cada mañana? Sobre las 7:30, generalmente sin despertador.
¿Cuál es tu mejor momento del día? Muchos, pero en esta etapa de la vida me quedo con encontrarme con cualquiera de mis nietos y ver cómo deja lo que está haciendo para correr a darle un abrazo a su aitite. ¡Momentos únicos de la vida!
¿Tu película favorita? Difícil me lo ponéis, pero, dado el contexto en que estamos, me quedaría con "El club de los poetas muertos".
¿Con qué personaje histórico te irías a cenar? Quizás con cualquiera de los grandes del Renacimiento... Un poco tópico decir que con Shakespeare o Cervantes... En ningún caso con Alejandro Magno ni con Julio César.
¿Qué comerías en tu última cena? En este mismo sitio, le leí al maestro Ángel Ramírez el sabio consejo de que "algo ligerito". Pero por si acaso, y por aquello de que "ni ojo vio, no oído oyó", me tomaría un cocido completo, precedido por unos torreznos de Soria, con un buen txakoli de Bakio y un Reserva Rioja. De postre arroz con leche y, si se tercia, un buen whisky, sin hielo, como tantas veces le oí a Roland Fisher, acompañado por unas pastas de Zuricalday.
¿Una frase que te haya dejado huella? Muchas. Dos sentencias latinas me encantan: Fortuna audaces (o audentes) iuvat y Non multa sed multum. Pero recuerdo especialmente la cita final de un libro de Jean Guitton ("El trabajo intelectual") que me sugirió José Luis Mota recién llegado yo a Gaztelueta, allá por septiembre de 1981: Lo que te es dado en este momento acéptalo, mejóralo, profundízalo. Entonces vivirás.
¿Qué ha sido lo mejor de tu paso por Gaztelueta? Muchas cosas. Un proceso de formación como profesor y educador que ha marcado toda mi vida, especialmente en mis comienzos. Pero sobre todo el contacto con muchos compañeros y grandes profesionales. No quiero decir nombres porque llenaría muchos párrafos, pero las tertulias nocturnas con José Manuel Tapia, la primera junta de Gobierno que conocí, con Juan Antonio García Novo, José Luis Mota... extraordinarios maestros. Mis tres años como jefe de estudios en el Poli fueron los mejores de mi vida profesional... Los compañeros de los primeros tiempos, inolvidables: Roland Ficher, Antonio Osuna, Michelo Gª Sanchidrián, Luisfer Goyeneche, Alberto Morcillo, José Ignacio Risueño... y varias docenas más. Sin olvidar unos alumnos fenomenales. Creo que he tenido una gran suerte: siempre me han tocado los mejores alumnos; recuerdo con cierta precisión a la mayoría de los primeros años.
¿Qué evento recuerdas con más cariño? Muchísimos. La preparación de las fiestas deportivas, los ensayos de la "Polifónica docente" para el festival de Navidad, pasos de ecuador, despedidas de COU; guardo un recuerdo gratísimo de las reuniones de profesores que teníamos un día a la semana en la entonces sala de música, ya desaparecida, detrás del escenario del Pabellón Central. En ella di mi primera charla a profesores del colegio en 1982 creo, por sugerencia de Luis Bollaín: me temblaban las piernas y estuve a punto de quedarme bloqueado.
¿Con quién verías un atardecer bajo este mástil? De nuevo más difícil me lo ponéis. He citado algunos nombres arriba, a los que habría que añadir varias docenas más. Siempre al lado de Luis Crovetto (cuando he seguido sus consejos me ha ido bien en la vida, recuerdo alguna vez que no y me arrepiento de no haberle hecho caso). También con todos mis antiguos alumnos, pero si no tuviera más remedio que elegir, me quedaría con la 30ª promoción: con los que estaban en 7º de EGB en septiembre de 1981 y con los que se fueron añadiendo hasta COU, muchos de ellos ya calvos y con cierta tripilla, pero inolvidables todos ellos.